Por primera vez en Zaragoza se interpretará la obra de
César Franck
"Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz"
Esta pieza se editó por primera
vez 90 años después de la muerte de Cesar Franck. Se desconocía la existencia
de esta partitura hasta el año 1955, cuando la biblioteca de la universidad de
Lieja (Bélgica), ciudad natal de Franck, compró el manuscrito autógrafo, que
anteriormente se conservó en una colección privada. Veinte años después Armin
Landgraf empezó a recopilar la música de iglesia de Franck y encontró este
manuscrito inédito y que ningún musicólogo sabía de su existencia.
Según el manuscrito, Franck
terminó esta obra el 14 de agosto de 1859, época en la que era él organista y
maestro de capilla de Santa Clotilde, pero según los archivos, parece ser que
la obra no se ejecutó en vida del compositor.
El primer estreno fue en el año
1977 el 6 de marzo en la iglesia de San Martin de Geislinger en Steige
(Francia), bajo la dirección de este estudioso.
Aunque no es una de sus primeras
obras, se atisba en su composición que
busca una gran expresión religiosa, mediante la espiritualidad y profundo
sentido de la misma.
El texto que él elige, no
profundiza en los sufrimientos de Cristo, son únicamente las palabras que él
dice, no quiere dramatizar la pasión, sino hacer más profundo el significado de
estas palabras. Busca en el texto el perdón, la promesa de la salvación, la
compasión, el abandono y desamparo, la redención, la sumisión a lo voluntad
divina. Intenta con la música lograr estos sentimientos interiores.
También para complementar la
brevedad de las palabras, Frank escogió comentarios de éstas mismas prestados
de la biblia y de la liturgia. Dice que al no tener demasiado texto que cambie,
se consigue lo importante, que la música llegue a los sentimientos.
El movimiento de la obra en
genera es lento, sólo hay dos
intermedios un poco más movidos. Dada la disposición, junto con el prólogo, al
estudioso le hace pensar que Franck pudo concebir la obra para un oficio
religioso.
En la época de César Frank, la
música francesa había tenido un profundo cambio de estilo, sobre todo la música
para la Semana Santa y religiosas. En la
época anterior se estilaba la ornamentación y florituras para los solistas con
grandes pasajes de gran dificultad técnica, tanto para los cantantes y para los
maestros organistas, que hacían que las
obras parecieran más ópera que oratorios y fueran lucimiento de los
intérpretes. Según ellos se estaba perdiendo el rumbo de la espiritualidad, y
volvieron a revisar los comienzos, el canto gregoriano y las formas
renacentistas de maestros como Palestrina, para la música vocal y en cuanto a
la música de órgano, se volvió a mirar a las composiciones de J.S. Bach.
Así que esta obra es una vuelta a
los origines, con armonías mucho más renovadas, pero con unas formas y una
manera de escribir más sencilla que lo que busca es la espiritualidad de la
música, si bien en los solos, aún queda alguna reminiscencia de la ópera,
aunque en la que nos ocupa, es más bien reminiscencia de la opera mozartiana
(una revisión anterior), sin tanto floreo y agilidades.
No merece la pena malgastar saliva en elogios.
ResponderEliminarSIMPLEMENTE.......MARAVILLOSO.